viernes, 12 de mayo de 2017

Mutaciones de la realidad Poemas de Olga Orozco (Emma Barrandéguy)






Intentar penetrar en la poesía de Olga Orozco significa tutearse con el abismo y la lucidez, cosa que no resulta fácil. Dueña de un lenguaje rico e incomparable, acostumbrada a poemas anchos y densos en los que exhibe un descarnador indagar en sí misma y sus fantasmas, nos exige, por lo tanto, detenernos en cada línea para, superado el deslumbramiento del lenguaje, intentar penetrar en ese mundo árido y brillante en el que la poeta lucha con la noche, con el tiempo, con la realidad, con los muros que la acechan, con la poesía misma y lo que considera el destino, para arrancarle su preciosa cosecha, sus mínimos tesoros.
"¡Un puñado de polvo, mis vocablos!", dice, sabiéndose al final una "oficiante" contra la nada. El lector, sin embargo, es quien tiene la ganancia de esta perdedora que se considera avasallada por la noche. Y nuestra ganancia es haber penetrado en Mutaciones de la realidad, libro de alta poesía que inaugura nuestras lecturas de 1980.
Buena muestra de ello es "los reflejos infieles", poema de una perfección desgarradora, que por su extensión lamentablemente no incluimos.
Fragmento de "Pavana para una infanta difunta", que Olga Orozco ofrece a Alejandra Pizarnik:

Y de pronto no hay más.
Se rompieron los frascos.
Se astillaron las luces y los lápices.
Se desgarró el papel con la desgarradura
que te desliza en otro laberinto.
Todas las puertas son para salir.
Ya todo es al revés de los espejos.

en "El Debate, pregón" domingo 24 de febrero de 1980 recogido en
"Cronosíntesis" Eduner, Paraná, 2016, pág. 21.