sábado, 8 de febrero de 2020

#OlgaOrozco2020: Escena de caza



Escena de caza / Rembrandt


Vestido de maltrecho animal mi porvenir
se oculta en la espesura con un salto de liebre perseguida por viles cazadores
hasta la otra orilla del tapiz.
¡Cuántos nobles destinos inmolados al dios de la pezuña hendida
o al alto, serenísimo, el que ajusta su vuelo como el lazo del estrangulador!
¡Ah, mi breve, abstraído, impostergable porvenir!
No harás retroceder al enemigo mostrándole los dientes;
ni siquiera podrías domesticar la fronda en nombre del perdón,
ni aunque fuera el ciervo espectral de San Huberto irradiando el milagro.
Entonces no hay salida bajo ninguna piel.
Habrá que resistir hasta que pase la inflamada codicia;
habrá que despistar al rastreador simulando un camino que no vuelve,
o nadie, o el desplomado cielo,
o toda la soledad agazapada contra el árido fondo de un vacío sin fin
en el que se consuma en viento y humo mi pálido destino.
Poco hay para roer,
como no sean las bayas desechadas por las ratas del último saqueo,
raspaduras de espléndidas visiones en las que naces rey,
huesos de fiebres y de idolatrías.
No importa; haremos tiempo con astillas y plumas de los lentos,
lentísimos crepúsculos;
con algún agujero de la trama haremos un lugar para sobrevivir,
un hueco disimulado en la hojarasca,
mientras urde la salvación mi cándido futuro.
¿No fue nuestro el pasado con sus ojos que miran desde todas partes?
¿Acaso se ha escapado ya el presente, sólo un temblor al tacto?
¿Y todos essos restos esparcidos bajo el grito del sol?
¡Tan bello porvenir despedazado por los perros de la cacería!

en "En el revés del cielo" (1988)

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